Teatro Ciego: La Visualización de los sentidos

Cuatro temporadas después de su primera presentación el Grupo Ojcuro de Teatro Ciego sigue cosechando éxito y aplausos. Basada en la ausencia total de la luz y en un elenco formado por cinco actores no videntes y tres videntes, “La Isla Desierta” de Roberto Arlt combina sensaciones auditivas, olfativas y táctiles. Pasen y sientan un mundo sin luz.


“Lo esencial es invisible a los ojos y en minutos descubrirán porqué”, asegura Gabriel, uno de los cinco actores no videntes del grupo, minutos antes de entrar a escena en el Centro Cultural Konex. Su afirmación invita a despertar los sentidos de una forma diferente, única y movilizadora donde la oscuridad total es la aliada perfecta para que la imaginación tome vuelo y explore lugares lejanos o desconocidos que en segundos pasarán a ser íntimos e individuales.

La promesa de Gabriel demora escasos minutos en cumplirse. Lo que queda es entregarse por completo, dejarse tomar de la mano por alguno de los actores y empezar a transitar la oscuridad. Pasos lentos y seguros sobre un terreno desconocido. La obra comienza y las imágenes mentales empiezan a cobrar vida. Se unen unas a otras, toman distancia y se vuelven a unir. Una calle de Shangai poblada de bicicletas, vendedores ambulantes y un penetrante aroma a cebolla y apio es la senda elegida para que esas imágenes se trasladen a una oficina céntrica atestada de órdenes, carpetas y papeles, y en un instante dejarse bañar por las aguas del Mar Caribe que llenan la atmósfera de olor a verano. Todos los ambientes conviven y se mezclan en un mismo espacio.

DESAFIO
José Menchaca, Director de “La isla Desierta”, explica que cuando decidió lanzarse a dirigir teatro, luego de realizar varios cortometrajes y transitar el campo de la fotografía y la pintura, eligió meterse en un mundo diferente. Las ansias de seguir recorriendo su “búsqueda artística” y la idea –en palabras de él- de “darle una vuelta más de tuerca al teatro convencional” pobló su espíritu y fue en busca de personas no videntes con ganas de actuar y conmover al espectador mediante una técnica teatral diferente y poco experimentada: el teatro ciego.

Arribar a las orillas de un método teatral virgen y listo para descubrir no fue tarea fácil. El primer paso fue encontrar personas no videntes que se animaran a actuar. Tras meses de búsqueda, la Biblioteca Argentina para Ciegos le abrió las puertas. Una convocatoria y una presentación informal bastaron para que más de veinte personas escuchen la idea. Después vino la selección de los futuros actores, los ensayos y un año después, en octubre de 2001, salir a escena.

“Lo que más me costó –confiesa Menchaca- fue enseñarle a los actores no videntes cómo hacer las cosas. El cuerpo dice mucho pero el ciego no ve, por lo tanto no sirve de nada que me mueva o gesticule para que me imiten.” La exploración del “nuevo mundo” fue reveladora y total desde el principio. “Empecé por desarrollar un discurso más fino y concreto para llegar a ellos con mayor claridad. A utilizar palabras con las que puedan interpretar a la perfección mis ideas como Director”. La voz y la palabra pasan a ser para esta técnica una herramienta fundamental. Trasladarse mentalmente de un ambiente a otro sería difícil si el actor no cambiara el ritmo en las oraciones, agudizara el tono o graduara la respiración.

Una vez clarificadas las ideas y consensuadas por el elenco llegó la hora de crear un método para que cada actor conozca a la perfección el espacio en el que se debía mover en la oscuridad total. “Empezamos por crear mapas mentales del escenario sabiendo que una vez en escena nadie podía chocarse con una silla o tropezarse con un espectador”, recuerda Menchaca. La participación de tres actores videntes significó desde el principio la colaboración y la guía permanente con el resto del grupo.

A la utilización de la voz y la palabra unida a sus múltiples connotaciones dispuestas en “mapas mentales” que hagan de brújulas a lo largo del camino, se sumó a la lista de desafíos la certeza de crear una propuesta escenográfica diferente a la convencional. Conocedor de la rapidez mental que brindan al espectador los recursos escenográficos del cine, Menchaca enfrentó la responsabilidad de crear una escenografía sonora. “El teatro tradicional es muy estático, a lo sumo cambia una o dos veces de decorado. El teatro ciego es mucho más dinámico y esa cualidad lo hace aún más intimista. Trabajamos con la ausencia total de la luz, entonces con un sonido en vivo y en un par de segundos buscamos conmover y trasladar al espectador. Darle sensaciones fuertes y cambiantes sin perder el hilo que la propia historia cuenta”, afirma el Director.

El público no sólo asiste a la obra, participa de ella completando el sentido de lo que esas sensaciones le proveen. Acompañar a los actores, ser cómplice de sus dichos, elegir a unos sobre otros o bien tomar una idea mental de cada uno de ellos para ir formando imágenes visuales de las situaciones que ofrece el relato son algunas de las posibilidades para “meterse” en el relato y acompañar al actor en la nueva experiencia teatral.

El concepto movilizador de sensaciones sobre el que trabaja y experimenta el Teatro Ciego se desprende de los labios de Tania en forma de ejemplo. La actriz no vidente asegura que “cuando actuamos, sentimos la energía positiva de la gente, están ahí viviendo ese momento con nosotros. Estar a oscuras y abierto a liberar la imaginación es una oportunidad fantástica e inagotable para pensar y salirnos de la estructura habitual”. Para ser más gráfica Tania remata: “La oscuridad nos empareja”.

“En definitiva- apunta Menchaca- la idea es contar una historia y estimular sensaciones humanas. Después cada uno intelectualiza lo que le significó un sonido, un aroma o cualquier otra sensación”.



MAS INFO
Dónde: Centro Argentino de Teatro Ciego (011) 6379-8596
Cuándo: Viernes y sábados a las 21 y a las 23
Web: http://www.teatrociego.org/




Fernando Gorza 2 de agosto de 2009

Comentarios

  1. Me encantó la nota!! Pero más el periodista!! Te quiero gordo.
    Besos
    Vic

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